"Siempre deja los juguetes desordenados". Con esta sentencia miles de adultos hablan de una situación cotidiana. La queja suele continuar con frases como, se lo digo cientos de veces, incluso le he puesto castigos, pero no ha mejorado. ¿Tendré que admitir que los juguetes estén desordenados, o que ordenarlos sea una lucha?
Con estas palabras y otras similares definen muchos padres y madres una situación cotidiana: los niños, el orden y los juguetes. Los adultos necesitamos cierto orden, y aunque parezca contradictorio, los niños también. Aunque a las personas que leen este artículo les genere la duda, ¿por qué entonces es tan trabajoso colocar los juguetes? El secreto está en las palabras que usamos y en la cantidad de escucha que seamos capaces de poner en "juego". He visto a padres describir esa situación y otras en mis talleres, y encontrar solución usando las "palabras" adecuadas.
La pregunta en estos casos se impone, ¿y cuáles son las palabras adecuadas? La respuesta a esa pregunta es diferente en cada caso. Encontrarlas se hace posible manejando la escucha. Es completamente necesario escuchar al niño/niña sin interpretar. No en vano, explican a las parejas que la base de la convivencia está en la comunicación. Y la escucha es una de las partes esenciales, sino la más esencial, de la comunicación. La convivencia con los menores no es una escepción. Con los niños es imprescindible tener la escucha completamente desarrollada.
La mayoría de padres o madres quieren tener los juguetes en orden, pero sin tener que pasar por una "guerra" para conseguirlo. Observar la etapa evolutiva del pequeño y su modo de jugar nos dará pistas, que nos ayudarán a formar una estrategia adecuada. Por ejemplo, si se trata de un menor de tres años, será un juego o una cación, unida a una acción quién conseguirá nuestro fin. A ciertas edades la imitación es el modo básico de aprendizaje, como en este caso, lo que nos lleva a ser nosotros "su modelo". Eso quiere decir que en esa etapa funcionará mejor que ellos sean nuestros "ayudantes", y que poco a poco se vaya convirtiendo en que nosotros somos sus ayudantes. Así evitaremos las "luchas de poder" que generan las órdenes. Y además usamos la etapa evolutiva del niño, como fuerza a "nuestro favor".
Teresa Garcia
Psicologa Clínica.
Podeis encontrar más ideas y recursos en Sin Castigos
Con estas palabras y otras similares definen muchos padres y madres una situación cotidiana: los niños, el orden y los juguetes. Los adultos necesitamos cierto orden, y aunque parezca contradictorio, los niños también. Aunque a las personas que leen este artículo les genere la duda, ¿por qué entonces es tan trabajoso colocar los juguetes? El secreto está en las palabras que usamos y en la cantidad de escucha que seamos capaces de poner en "juego". He visto a padres describir esa situación y otras en mis talleres, y encontrar solución usando las "palabras" adecuadas.
La pregunta en estos casos se impone, ¿y cuáles son las palabras adecuadas? La respuesta a esa pregunta es diferente en cada caso. Encontrarlas se hace posible manejando la escucha. Es completamente necesario escuchar al niño/niña sin interpretar. No en vano, explican a las parejas que la base de la convivencia está en la comunicación. Y la escucha es una de las partes esenciales, sino la más esencial, de la comunicación. La convivencia con los menores no es una escepción. Con los niños es imprescindible tener la escucha completamente desarrollada.
La mayoría de padres o madres quieren tener los juguetes en orden, pero sin tener que pasar por una "guerra" para conseguirlo. Observar la etapa evolutiva del pequeño y su modo de jugar nos dará pistas, que nos ayudarán a formar una estrategia adecuada. Por ejemplo, si se trata de un menor de tres años, será un juego o una cación, unida a una acción quién conseguirá nuestro fin. A ciertas edades la imitación es el modo básico de aprendizaje, como en este caso, lo que nos lleva a ser nosotros "su modelo". Eso quiere decir que en esa etapa funcionará mejor que ellos sean nuestros "ayudantes", y que poco a poco se vaya convirtiendo en que nosotros somos sus ayudantes. Así evitaremos las "luchas de poder" que generan las órdenes. Y además usamos la etapa evolutiva del niño, como fuerza a "nuestro favor".
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