Ya sé que estar entrenado para escuchar pasa por haber practicado. En mi práctica profesional encuentro muchas personas que necesitan entrenamiento en escucha, por eso dicha escucha tiene un papel central en nuestros talleres.
Habitualmente explico mediante un ejemplo, así que iniciemos con un ejemplo. Una situación que provoca emociones de ira, enfado, celos, etc. es la llegada de un hermanito o hermanita al hogar. Escucho en los talleres y a veces en la consulta, el comportamiento que la nueva llegada ha detonado. Pregunto si han conseguido re-orientar la conducta y encuentro órdenes, enfados, frustración, etc. Toda una gama de desencuentros que tienen en común no llegar a la base. En la base de un comportamiento que un adulto que considera inadecuado, existe una emoción.
Cuando un adulto chilla, rompe, da portazos, todos comprendemos que detrás está una emoción fuerte que no ha sido capaz de contener. El niño o niña, no es diferente, antes de llegar a un portazo, a un grito, a un pellizco a su hermanito, ha habido una emoción que no ha sido capaz de contener. Pero además el pequeño carece de las herramientas adecuadas para contener la emoción, depende de un adulto que le ayude.
El adulto que quiera contener, ser el sostén emocional del niño, debe abstenerse de preguntar "porqué" se comporta de determinado modo, entre otras cosas porque ya sabe que antes está la emoción. En este punto, usemos preguntas de curiosidad que conduzcan a las emociones. Y estemos preparados a escuchar y aceptar emociones del estilo de "no quiero a mi hermanita", y algunas más fuertes, como "odio a mi hermanito". Lo seguro en estos casos es que si reprimimos esas emociones, los comportamientos "violentos" continuarán, porque la emoción que los impulsa está escondida. Entonces, ¿tengo que permitir que odie a su hermanito?, pues no. Lo necesario es que escuches la emoción y que con tus preguntas le ayudes y le guíes, de forma que el niño aprenda a elaborar las emociones. De ese modo, la emoción disminuirá, y con ella disminuirá el comportamiento que no nos gusta ver en los niños.
Teresa García.
Psicologa clínica.
Encuentra más recursos e ideas en Sin Castigos.
Habitualmente explico mediante un ejemplo, así que iniciemos con un ejemplo. Una situación que provoca emociones de ira, enfado, celos, etc. es la llegada de un hermanito o hermanita al hogar. Escucho en los talleres y a veces en la consulta, el comportamiento que la nueva llegada ha detonado. Pregunto si han conseguido re-orientar la conducta y encuentro órdenes, enfados, frustración, etc. Toda una gama de desencuentros que tienen en común no llegar a la base. En la base de un comportamiento que un adulto que considera inadecuado, existe una emoción.
Cuando un adulto chilla, rompe, da portazos, todos comprendemos que detrás está una emoción fuerte que no ha sido capaz de contener. El niño o niña, no es diferente, antes de llegar a un portazo, a un grito, a un pellizco a su hermanito, ha habido una emoción que no ha sido capaz de contener. Pero además el pequeño carece de las herramientas adecuadas para contener la emoción, depende de un adulto que le ayude.
El adulto que quiera contener, ser el sostén emocional del niño, debe abstenerse de preguntar "porqué" se comporta de determinado modo, entre otras cosas porque ya sabe que antes está la emoción. En este punto, usemos preguntas de curiosidad que conduzcan a las emociones. Y estemos preparados a escuchar y aceptar emociones del estilo de "no quiero a mi hermanita", y algunas más fuertes, como "odio a mi hermanito". Lo seguro en estos casos es que si reprimimos esas emociones, los comportamientos "violentos" continuarán, porque la emoción que los impulsa está escondida. Entonces, ¿tengo que permitir que odie a su hermanito?, pues no. Lo necesario es que escuches la emoción y que con tus preguntas le ayudes y le guíes, de forma que el niño aprenda a elaborar las emociones. De ese modo, la emoción disminuirá, y con ella disminuirá el comportamiento que no nos gusta ver en los niños.
Teresa García.
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