Nos mudamos

lunes, 12 de septiembre de 2011

Hola,
durante más de un año y medio hemos disfrutado mucho con este blog, compartiendo cosas que nos gustaban, inspiraban, motivaban y funcionaban. Luego nos embarcamos en la gran aventura de "Educarpetas" y empezamos otro blog, luego nuestro boletín, nuestros Facebooks, y ahora la nueva comunidad privada. Sentimos que seguir manteniendo este blog activo nos obliga a diversificarnos demasiado y que vamos a duplicar muchos contenidos, por lo que hemos decidido combinar los contenidos habituales de este blog y los de Educarpetas en un solo blog, el de Educarpetas.
Así que a partir de hoy nos encuentras con contenidos parecidos a los de Cacerolas y Abrazos, y con otros más en:

Educarpetas.



Te estamos esperando :-)

Felices Vacaciones 2011

sábado, 2 de julio de 2011

Os deseamos un feliz verano y unas felices vacaciones. Ahora toca descansar y divertirse un poco.

Jean Kilbourne y el uso de la mujer en la publicidad

viernes, 1 de julio de 2011


Modos de rendirse I

miércoles, 29 de junio de 2011


Las personas se rinden cuando no saben qué más hacer y pierden toda esperanza. Pero no todas los que llegan a ese extremo, lo hacen del mismo modo. Hay quién se rinde enfermando. También quién lo hace emigrando, quién para rendirse utiliza una droga, y aquellos que en su rendición encuentran una forma más sana de vivir.

Yo trabajo con padres/madres e hijos/hijas, y en cuanto a relaciones humanas se refiere, esta es la que más rendiciones acumula. Una madre se siente desfallecer cuando no comprende el llanto de su bebé. Cuando se rinde, acude a otras personas preguntando si su "peque" está sano. Más adelante, la muchachita comenzará el proceso de diferenciación, y dirá "no". En ocasiones de forma tan contradictoria que se negará a hacer cosas que le "gusta" hacer, por el simple hecho de decir "no". Está comenzando una nueva etapa. La rendición en este aspecto comienza en el momento que se interpretan los "no", como niños y niñas desafiantes. Tienen entre dos y tres años, aún no conocen lo que significa la palabra desafío. Están conociendo la reacción de los adultos ante un "no", y de ahí aprenderán que uso harán de tan rara palabra. En este caso ya puede haber rendición por parte de los adultos, pero también por parte de los niños. Porque una persona que no tenga suficiente conocimiento de las etapas de desarrolo infantil, interpretará un desafío, y posiblemente pensará en el castigo.

Aparece la etapa escolar, con las tareas para el hogar, un verdadero calvario para muchos padres y madres. En este caso, un niño o niña se rinde cuando decide que "no sabe" o que "no vale la pena" ese esfuerzo. Sus mayores se rendiran, unas veces porque no les funcionaran los castigos que conocen, y otras porque dirán, si no quiere estudiar, que se aguante, ya aprenderá ya... haciendole a veces ese tipo de "amenazas" veladas a sus hijos.

Continúamos con la adolescencia, etapa difícil, porque el pequeño, no es un niño o niña, pero tampoco es un adulto o adulta. Es una persona que adolece, es decir, que le falta. Le faltan conocimientos y experiencia de vida, pero le sobra energía, por eso cree que está en disposición de hacer todo lo que desea y más. Lógicamente, eso choca con la vision de los adultos, que estamos convencidos de que la falta de experiencia puede pasarles factura. Cuando los adultos o los niños, se rinden en esta etapa, puede llegar a un puerto irreconciliable. No pocos adolescentes se han "divorciado" de sus padres, se han rendido. Y no pocos padres y madres, dicen, con una mezcla de alivio y pesar, "estoy mejor ahora que se ha ido".

Cuando un pueblo se rinde ante otro, quedan rencores y tristezas. En la relación padre/madre-hijo/hija, cuando existe una rendición, del tipo que estamos nombrando aquí, también quedan rencillas, tristezas, y heridas emocionales. Ambas partes sufren, ambas partes quedan "marcadas".

En el próximo artículo escribiré sobre las claves para detectar cuando estamos a punto de rendirnos....

Teresa García.
Psicologa clínica.

Encuentra más recursos e ideas en Sin Castigos.

Seis claves para que los niños aprendan a ser ordenados

domingo, 26 de junio de 2011



Son muchas las mamás que me preguntan a menudo cómo hacer para que sus niños y niñas realicen labores en el hogar y, sobre todo, en sus propios dormitorios.
Por lo general, son los padres quienes dedican tiempo a recoger los juguetes, ayudan a los hijos a vestirse, reclaman que colaboren en recoger la mesa o limpian semanalmente las habitaciones. Y cuando sus niños tienen entre 12 y 14 años y quieren que ordenen su habitación, no lo consiguen.
Como todo en el aprendizaje infantil, lo primero y más importante es empezar enseñándoles desde que son pequeños.

El mundo actual, con nuestras prisas y poco tiempo, parece que nos impide dedicar tiempo a nuestros pequeños. No tenemos paciencia ni ganas de perder más tiempo del habitual: parece que es más fácil intentar resolverlo cuando sean más mayores y discutir con ellos si debe o no realizarse una labor en casa.
¿Necesitas algunas claves para empezar? Te dejamos seis:

1. Empieza desde que son muy pequeños con tareas adecuadas para su edad: se puede empezar cuando tienen un par de años. Pueden llevar y traer un vaso o un plato a la mesa, “ayudar” llevando una camiseta al armario… lo importante es que se sientan útiles colaborando con sus padres. A partir de entonces, las tareas pueden ir aumentando la dificultad. Con tres años pueden recoger sus juguetes cada día y ayudar a mezclar ingredientes en la cocina. Con cuatro años puedes empezar a enseñarles a separar ropa para la colada, fregar la vajilla (con supervisión y cosas sencillas), poner la mesa… Desde los cinco pueden hacer su cama y pasar un aspirador, además de limpiar el polvo.

2. Sé paciente y dedica tiempo a enseñarles: Todas estas tareas requieren que, al principio, cuando se les enseña, los padres dediquen tiempo y sean pacientes. Evidentemente los niños no lo harán bien, pero lo importante es que lo incorporen como algo habitual en sus vidas.

3. Deja que se equivoquen: relacionado con lo anterior, si el primer día que los padres ven la cama, no les gusta, la deshacen y la mejoran, el niño no tendrá como reto hacerla bien cada día. Se acostumbrarán a que papá o mamá luego la harán bien y dejará de estar interesado.

4. Crea rutinas: intenta que antes de salir de casa hagan cada día su cama, sin excepción, y que recojan de la mesa su servicio. Semanalmente pueden dedicarse a limpiar y recoger su habitación (da igual lo bien o lo mal que lo hagan: es suya, tienen que responsabilizarse)… lo importante es que sigan unos hábitos o rutinas, que ya se instalarán en su vida para siempre.

5. Predica con el ejemplo: somos seres humanos y nos gusta hacer cosas junto a otras personas. Sentimiento de manada. Si los niños ven que los padres hacen la cama cada mañana, se sentirán más motivados para hacer la suya. Igual ocurre con otras tareas de la casa. Los niños aprenden lo que ven, aprovecha mientras son pequeños para transmitirles lo que les ayudará cuando sean mayores.
6. Que no sea un castigo ni motivo para conseguir un premio: muchos padres imponen el orden y la limpieza en casa como un castigo (si no lo haces, no sales, o no vamos al parque). Esto genera negatividad y elimina la voluntad en los niños (y también en los adultos). Intenta que entiendan que una habitación ordenada les ayudará a ser más felices y a encontrar lo que necesitan. Para ello, es importante que hagan las tareas por los motivos explicados anteriormente, no porque quieran conseguir un premio a cambio.

Antonia M. Moreno.
Periodista y comunicadora. Aunque no se dedica a ello profesionalmente, lleva cuatro años ofreciendo consultoría sobre el orden en el hogar, en la oficina y en la vida diaria. Su blog Casa Perfecta está abierto a todas aquellas personas que quieran ordenar eficazmente cualquier espacio y adquirir rutinas de mejora organizacional.

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sábado, 25 de junio de 2011

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viernes, 24 de junio de 2011


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