A veces, necesitamos reflexionar sobre la crianza de nuestros hijos, cuáles son sus necesidades, cómo les estamos tratando, qué errores arrastramos de nuestra propia infancia,...
Por ello, os invito a leeros esta Carta:
NO me des todo lo que pida. A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo coger.
NO me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
NO me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas yo lo haría más rápido y más a gusto.
Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio dámelo, pero también si es un castigo.
NO me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quién sufra.
Déjame valerme por mí mismo/a. Si haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
NO digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.
Intenta ser coherente con lo que dices y lo que haces.
Cuando te cuente un problema mío NO me digas: “No tengo tiempo para bobadas” o “Eso no tiene importancia”. Trata de comprenderme y ayudarme.
Quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
En definitiva, habla conmigo, el diálogo entre nosotros es lo más importante.
Carta de un niño a las madres y padres del mundo
miércoles, 29 de septiembre de 2010
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